Las Fuerzas Armadas preparadas para hacer frente al coronavirus
Tal y como ya viene siendo habitual cada vez que se produce una catástrofe o en situaciones de crisis análogas a la que actualmente atravesamos por culpa del “Coronavirus” (COVID-19), la intervención de las Fuerzas Armadas ha sido una constante en estos escenarios de peligro y su experiencia a la hora de hacer frente a este tipo de situaciones críticas ha sido y es inestimable. Actualmente nuestros militares están preparados para participar en las labores sanitarias que tratan de frenar el avance de la pandemia en nuestro país.
Aunque por el momento no está prevista su intervención inmediata, los planes de contingencia para que las Fuerzas Armadas muevan ficha en la lucha contra el coronavirus están dispuestos, a la espera de tener luz verde en caso de que el virus continúe expandiéndose de forma exponencial y ello de lugar al desbordamiento de un sistema sanitario que en estos momentos se encuentra al límite, cuando no plenamente sobrepasado por los primeros compases de la enfermedad en nuestro territorio. Estos planes contemplan todos los escenarios posibles, desde los más leves hasta aquellas situaciones de gravedad extrema que pudieran requerir la implementación de medidas de excepción.
Una de las primeras intervenciones previstas sería el despliegue de instalaciones sanitarias de campaña en cualquier punto de la geografía española, semejantes a las que podrían levantarse en el marco de cualquiera de las misiones internacionales que nuestras Fuerzas Armadas llevan a cabo en diferentes puntos del globo. Previsiblemente serían Madrid, La Rioja o el País Vasco los emplazamientos donde, en un primer momento, se pondrían en marcha estos hospitales de campaña, en la medida en que se trata de los principales focos de contagio y donde ya se han implementado otras medias de contención a mayor escala.
Del mismo modo, se contempla el despliegue de laboratorios portátiles en caso de que se llegase al extremo de decretar zonas de exclusión o la imposición de una cuarentena tal y como ya está sucediendo en Italia, el espejo en el que ahora nos miramos y donde sus Fuerzas Armadas ya participan estrechamente en las labores de vigilancia y control de espacios públicos, especialmente en las zonas aisladas por la enfermedad.
Aunque las Fuerzas armadas poseen varias unidades especializadas en el combate contra riesgos biológicos, el papel principal está en manos del Regimiento NBQ ‘Valencia’. Esta unidad cuenta con hospitales de campaña especializados y laboratorios desplegables capaces de analizar muestras de sangre y tejidos para detectar la presencia de patógenos. Además, también dispone de equipamiento especialmente diseñado para la detección de agentes biológicos (bacterias, virus…) en el aire. Llegado el caso, otra herramienta que se pone sobre la mesa es el despliegue y la utilización de los helicópteros medicalizados con los que cuenta la Brigada de Sanidad.
Los expertos aseguran que lo peor está por llegar, teniendo en cuenta la progresión que ha seguido la expansión de la enfermedad en otros lugares, como China en un primer momento, Italia o Corea del Sur. Tal y como reconoce un importante sector del personal sanitario, los recortes en sanidad han limitado los recursos disponibles para hacer frente a este tipo de situaciones, por otra parte excepcionales. Las plantas de urgencias en los puntos más afectados no son capaces de acoger el volumen de enfermos que precisan tratamiento y ya se ha comenzado a dotar de espacio adicional preparando instalaciones complementarias que den cabida al creciente número de contagiados.
En la ampliación de este tipo de espacios capaces de ofrecer un respiro a las urgencias de la mayoría de hospitales juega un papel fundamental, y puede verse materializado en los próximos días, la Unidad de Castrametación del Cuerpo de Ingenieros, especialistas en la construcción de estructuras en espacios de tiempo muy reducidos. Si hace unas pocas semanas mirábamos a China con asombro ante la proeza de levantar dos inmensos hospitales de campaña a contra-reloj, en está ocasión la experiencia y las habilidades de nuestros militares podrían ayudar a marcar la diferencia.
Como no podía ser de otra manera, desde el principio el nombre y el bagaje de la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha estado en boca de muchos. No es de extrañar teniendo en cuenta la frecuencia y la enorme eficacia que han tenido sus intervenciones en espacios públicos para hacer frente a diferentes desastres naturales en los últimos años.
En momentos críticos como los que atravesamos es cuando más fácilmente se aprecian los valores que definen a nuestras Fuerzas Armadas y sus integrantes. Las muestras de solidaridad se repiten a diario y la puesta a disposición de todas las capacidades necesarias para proteger a la sociedad que han jurado defender, incluso contra enemigos tan poco convencionales como este, ponen de manifiesto el carácter y el valor que encierra ser militar. Ante la alerta por parte del personal sanitario en relación con la escasez de material médico indispensable, en especial respiradores, Defensa ha hecho inventario de todas sus existencias disponibles para ponerlas al servicio donde sea necesario.
En definitiva, el despliegue de las Fuerzas Armadas parece ser la última ratio, tal y como viene recogido dentro del plan de Seguridad Nacional. En uno de los informes más recientes del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) advertían sobre los riesgos futuros de las pandemias globales, afirmando que “las tendencias en el ámbito de la seguridad están determinadas por el creciente volumen de viajes internacionales y los grandes movimientos de población, enfermedades animales y la circulación de microorganismos”.
Desgraciadamente estos malos augurios se han cumplido más pronto que tarde, sin embargo es alentador ver que existen personas que se preparan para hacer frente a este tipo de sucesos que la mayoría considerábamos más propios de la ficción. Las Fuerzas Armadas están preparadas para colaborar activamente ante este tipo de emergencias sanitarias y en su doctrina viene recogida la forma en que puede traducirse esta colaboración “potenciando las capacidades del sistema de defensa nuclear, radiológico, bacteriológico y químico (NRBQ) con el objetivo de hacer frente a cuantos riesgos biológicos pudieran presentarse en su servicio específico”.