Balmis: la mayor operación militar en democracia
Durante las 14 semanas que ha durado la Operación Balmis, las Fuerzas Armadas han llevado a cabo más de 20.000 intervenciones en diferentes puntos de nuestra geografía, actuando en más de 2.300 poblaciones en el conjunto de las comunidades y ciudades autónomas españolas. En total 98 días de lucha incansable con el objetivo de salvar vidas, ayudar a los ciudadanos y paliar las dramáticas consecuencias que la pandemia ha dejado a su paso.
Balmis ha probado sobradamente la flexibilidad y agilidad que caracteriza a la estructura operativa de las FAS, cuya excepcional capacidad de reacción ha hecho posible atender y dar respuesta a las miles de peticiones y solicitudes de ayuda que han ido surgiendo por todo el territorio nacional a medida que crecía la expansión de la pandemia en nuestro país.
El comandante del Mando de Operaciones (MOPS), teniente general Fernando López del Pozo, incidía en esta idea durante el acto de reconocimiento celebrado el pasado 25 de junio en las dependencias de la Base de Retamares, reconociendo que “la capacidad de reacción de las Fuerzas Armadas ha sido una de las claves durante esta operación a la hora de atender las múltiples peticiones de apoyo que, con urgencia, demandaba la población”.
Una respuesta que en palabras del general “se ha basado en una cadena de mando centralizada y corta, creada ad hoc sobre la estructura de las operaciones permanentes que ya existe y funciona en tiempos de paz”. El comandante del MOPS anunció también un “plan de contingencia para hacer frente a una segunda ola de coronavirus en caso de que se produjera”. Un plan que según López del Pozo “está prácticamente terminado y a la espera de ser elevado al Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) para su promulgación en el mes de julio”.
El pasado 20 de junio, con el cierre de Balmis se ponía punto, esperemos que final, a la mayor operación que haya visto España en tiempo de paz. Durante los momentos críticos de la pandemia, un promedio de aproximadamente 8.000 efectivos intervinieron a lo largo de semanas allá donde se les necesitaba. El volumen de militares desplegados fue reduciéndose de manera progresiva a medida que las perspectivas mejoraban en el conjunto del territorio nacional.
En su guerra contra el virus, las FAS han prestado apoyo tanto a Administraciones como a instituciones de toda índole. Tal vez una de las labores con mayor visibilidad haya sido la desinfección de infraestructuras críticas y servicios esenciales, con 11.000 desinfecciones contabilizadas y el especial esfuerzo en la atención a las necesidades en residencias de mayores, actuando en aproximadamente 5.300 centros.
Niveles de actuación
Los niveles de actuación han sido fundamentalmente cuatro: apoyo a la seguridad; apoyo logístico; capacidades sanitarias; y apoyo en la planificación e instalación de hospitales de campaña.
Por lo que respecta al apoyo a la seguridad, se ha materializado a través de una importante labor de presencia en calles y puntos críticos, así como el apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, por ejemplo con la seguridad de las tres Centrales Nucleares españolas y refuerzo en fronteras. Esta presencia en las calles ha supuesto una doble garantía de éxito. Por un lado, apoyando la principal medida contra el COVID-19, el confinamiento de la población en sus hogares para evitar contagios, y llevar un mensaje tranquilizador a la sociedad española, poniendo de manifiesto que sus Fuerzas Armadas están para protegerles.
El apoyo logístico, mediante el transporte terrestre y aéreo, el traslado de enfermos, y fallecidos a los espacios habilitados. Este apoyo ha resultado fundamental y se ha materializado en la recepción y distribución de material sanitario, atendiendo a las necedades que solicitadas en cada caso. Durante la operación se ha puesto a disposición de España todo el material con el que cuentan las FAS, dando respuesta a todas las peticiones recibidas.
En cifras, hablamos de 70 vuelos y un total de 160.000 kg de carga. Material sanitario procedente de China, Estonia, Luxemburgo, República Checa o Turquía. También en el ámbito nacional se movilizaron los medios para transportar material y donaciones del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA) y de la Fundación ONCE a Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla; así como donaciones a entidades benéficas y bancos de alimentos.
Equipos de protección (mascarillas) y los medios para fabricarlos, productos de primera necesidad destinados a bancos de alimentos y organizaciones sociales, mobiliario, camas, sillas, contenedores, duchas, frigoríficos, depósitos portátiles, lámparas para hospitales, grupos electrógenos, son solo algunos de los medios que las FAS pusieron a disposición allí dónde fueran necesarios.
En cuanto a capacidades sanitarias se han desinfectado instalaciones críticas, centros sanitarios y residencias de mayores, además, de instalaciones de la Administración General del Estado (aeropuertos, puertos y estaciones de FFCC, centros penitenciarios, instalaciones de la DGT, entre otros). A lo que habría que sumar el despliegue de medios y personal sanitario. Estos profesionales han atendido a todos los pacientes en las instalaciones de Defensa, contando más de 3.000 efectivos, en el Hospital Central de la Defensa ‘Gómez Ulla’ y el Hospital de Zaragoza, así como centros dependientes de la IGESANDEF (Inspección General de Sanidad de Defensa).
El Sistema Nacional de Salud ha contado con la plena disposición de los hospitales militares, que han atendido más de 5.000 urgencias relacionadas con el virus COVID-19, y un total de 1.400 hospitalizaciones. Esencial ha sido también la aportación de material y equipamiento sanitario para hospitales civiles, la puesta a disposición de equipos psicológicos y veterinarios de apoyo, el refuerzo de las capacidades de transporte vital básico y avanzado en diversas provincias y la prestación puntual de asistencia médica en residencias que carecían de ese personal.
Fundamental ha sido el apoyo en la planificación e instalación de hospitales de campaña, campamentos de emergencia y la recogida y distribución de comida en apoyo al Banco de Alimentos.
Estructura operativa
Con el Real Decreto del 14 de marzo que declaraba el estado de alarma en todo el territorio nacional, quedaba configurada la estructura bajo la cual se haría frente a la crisis, siendo el Gobierno la autoridad competente a efectos del mismo, bajo la dirección del presidente y con cuatro autoridades competentes delegadas con diferentes áreas de responsabilidad: la ministra de Defensa, Margarita Robles; el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska; el de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos; y el de Sanidad, Salvador Illa.
El día 15 daba inicio oficialmente la operación Balmis, recayendo su mando único en el general del aire Miguel Ángel Villarroya, jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), quien lo ha ejercido a través del Mando de Operaciones (MOPs). De este modo, tanto los Ejércitos, la Armada, la Inspección General de Sanidad de la Defensa (IGESANDEF) y la Unidad Militar de Emergencias (UME), con la posterior incorporación de la Guardia Real, quedaban bajo el control operacional del comandante del MOPS, teniente general Fernando López del Pozo.
Desde el Centro de Operaciones Conjuntas (JOC por sus siglas en inglés), emplazado en la Base de Retamares, sede del MOPS, se ha coordinado el despliegue de las FAS por todo el territorio nacional, en función de las peticiones procedentes de las diferentes administraciones y organismos que lo han requerido mientras ha durado la operación. En ese JOC los oficiales analistas, de guardia las 24 horas, estudiaban las peticiones aprobadas con objeto de determinar el personal y los medios más adecuados para atenderlas.
Las intervenciones aprobadas eran asignadas a uno de los Mandos Componentes, encargados de designar aquellas unidades concretas que finalmente llevarían a cabo la tarea. Así mismo desde el MOPS también se ha llevado a cabo el seguimiento en tiempo real de cada una de las actuaciones realizadas.
Lecciones aprendidas
La crisis del COVID-19 ha puesto a prueba la capacidad mundial para enfrentar acontecimientos de esta envergadura. La pandemia ha obligado a emplear todos y cada uno de los recursos disponibles, y en este caso las FAS no han sido una excepción.
Durante toda la operación han salido a relucir los valores por los que se rigen nuestros militares y hemos visto en primer plano los frutos de esa disciplina y espíritu de servicio que les caracterizan.
Resulta imposible enumerar todas y cada una de las intervenciones que han llevado a cabo, e igualmente no es posible cuantificar la altura moral con la que han desempeñado algunas de las tareas más dolorosas.
El cambio en las ideas preconcebidas que pudieran tener algunos respecto a las Fuerzas Armadas tras presenciar, o experimentar en primera persona, los efectos de las intervenciones que han llevado a cabo por todo el territorio nacional.
La preparación para hacer frente a futuras crisis, con respuestas multidisciplinares, cooperación y solidaridad nacional e internacional. Experiencia para no cometer los mismos errores y prepararnos adecuadamente, dotándonos de los recursos críticos necesarios y prestando especial atención a la formación del personal que deberá estar en primera línea llegado el caso.
El agradecimiento a los más de 187.000 héroes y heroínas que han velado por nuestra salud, poniendo la suya en riesgo, en los peores momentos.