¿Hacia dónde se dirige la industria de la Defensa española? Entrevista a César Pintado
Con tan sólo 10 años César Pintado ya mostraba un interés temprano por el mundo de la Defensa. Entonces su conocimiento se limitaba a publicaciones semanales, libros y documentales, sin embargo, con los años esa curiosidad se transformó en una auténtica vocación militar que le condujo hasta la reserva voluntaria.
Licenciado en Marketing y Management Internacional, tiene un máster en Historia Militar y Evolución del Pensamiento Estratégico. En la actualidad es profesor del CISDE, donde imparte materias que abarcan un amplio abanico, desde la tecnología hasta la historia militar. Además, es colaborador habitual en publicaciones dedicadas a Seguridad y Defensa como CISDE Journal, el IEEE, el GEES, Legio XXI o la Revista Ejército, habiendo publicado cerca de treinta artículos y cuatro novelas.
Pregunta. Como experto en materiales de Defensa, ¿en qué lugar crees que podría posicionarse España respecto a sus socios europeos?
Respuesta. Si tuviese que responder en una frase, diría que es el momento de extender a Madrid el eje París-Berlín. Pero vayamos por partes: la industria española tiene mucho que aportar a ese mercado europeo de Defensa que pretendemos crear para ganar independencia estratégica, especialmente después del Brexit.
Por ofrecer algunas cifras, España lleva años estable como 7ª exportadora de defensa. Está claro que no somos la 7ª potencia militar, más bien la 24ª según el SIPRI, que dice que ocupamos el puesto 17 en inversión en Defensa cuando ocupamos el 14 en economía. España no es una gran potencia militar ni lo busca. Es una potencia media que invierte en Defensa menos de lo que su posición relativa requiere y así lo entienden nuestros aliados, pero que tiene importantes activos, tanto militares como industriales. Y está claro que esa industria de Defensa ha hecho un enorme esfuerzo en innovación y cooperación con nuestros socios europeos. Lo vemos en proyectos como el A-400M o el Eurofighter, en la cofabricación del carro de combate Leopardo o con la integración en Airbus. También en proyectos más nacionales como los BAM, los BAC o los BPE.
P. Empresas como Tecnobit u otras especializadas están apostando por exportar sus productos a países emergentes. ¿Crees que ahí se encuentra el futuro de la industria de Defensa para España?
R. Hemos pasado años de vacas muy flacas para la industria de Defensa europea y la salida natural ha sido buscar mercados donde la tendencia fuese distinta. Pero al final ves que las oportunidades están donde se encuentran y que los países emergentes no son la panacea. Países del Primer Mundo, pero que no son socios habituales, como Australia o Noruega, han firmado contratos muy sustanciosos con Navantia. Hay economías emergentes como Tailandia o Turquía que también lo han hecho, pero otras son mercados cautivos de proveedores más potentes (sobre todo en el área Asia-Pacífico) o no tienen suficiente capacidad de compra. Brasil se interesa por productos de Navantia, pero no concreta. México o Perú han sido buenos clientes, pero su política de compras es de diversificación y no están condicionados por la interoperabilidad que las alianzas como la OTAN imponen. Lo mismo compran blindados alemanes que helicópteros rusos o misiles chinos. España tiene potentes asideros para posicionarse como proveedor en Hispanoamérica o en el mundo árabe, pero los ministerios de Exteriores, Defensa e Industria sencillamente no hablan entre sí. No se aprovechan todas las oportunidades.
P. ¿Qué cambios ha experimentado el mercado de la industria de la Defensa en los últimos años?
R. Ahí es nada, podríamos organizar un seminario con ese tema y sólo rascaríamos la superficie. Para no dispersarme demasiado lo expresaré en muy pocas pinceladas.
A nivel internacional, China y Rusia han subido varios puestos, aunque Estados Unidos siga siendo el primero y lo vaya a ser bastante tiempo más. Ofrecen productos tecnológicamente avanzados a un precio menor, como misiles S-400 o cazas SU-30, pero siguen teniendo desventaja en términos de interoperabilidad y servicio postventa. Para los fabricantes de drones estamos en la fiebre del oro, pero los líderes siguen siendo Israel y Estados Unidos, seguidos a distancia por Europa, Rusia y China. Como en todo mercado, hay productos que nacen y mueren, tecnologías que maduran, nuevas alianzas, fluctuaciones inesperadas… Es un mercado tremendamente complejo.
A nivel europeo las opciones son claras: concentrarse en grandes grupos (Airbus), especializarse (Indra) o ir perdiendo peso relativo hasta la desaparición (CETME) o la adaptación forzosa (Navantia). Como en los ejércitos, lo deseable en Europa, dada la enorme variedad de circunstancias, es especializarse por diseño de ese mercado de defensa. La Agencia Europea de Defensa tiene mucho que decir en ello y está conociendo una expansión encardinada en la PESCO. La buena noticia es que los acuerdos de la Cumbre de Cardiff sobre el aumento gradual de los presupuestos de defensa están dando sus frutos. Los grandes recortes han terminado, de momento.
A nivel nacional, la industria de defensa ha pasado años durísimos. Los recortes en Defensa desde 2008 pasaron del 30% y en 2012 muchas empresas estaban en una situación agónica. Hubo que emitir un crédito extraordinario de más de 1.700 millones de euros, 920 en 2013, 884 en 2014… Los mayores beneficiarios fueron Airbus, General Dynamics y Navantia, principalmente por los llamados Planes Especiales de Armamento. Muchas empresas no tuvieron esa suerte y sencillamente han desaparecido. Y a pesar de todo, la industria española ha mantenido la mayor parte de sus capacidades y sigue siendo competitiva e innovadora. Ahora es el momento de aprovechar ese nuevo impulso financiero y demostrar que cada euro invertido en defensa tiene en España un retorno de 2,5€.
P. En los últimos años hemos visto como, especialmente en el sector aeroespacial, se han producido bastantes quejas a razón del estado de los materiales (FAS) ¿Cuáles son nuestros puntos débiles?
R. Tenemos en España un arraigado complejo a la hora de hablar de nuestros materiales, pero no siempre está justificado. La industria española de Defensa tiene un gran nivel, y eso se ha conseguido en parte por la purga que han supuesto las privatizaciones y los años de penuria. Han sobrevivido los más aptos, lo que no significa que todo se haga bien.
Hace poco hemos tenido la desgracia de perder en poquísimos días a dos pilotos en sendos accidentes de aviación, uno en un Eurofighter (de la europea Airbus) y otro en un F/A-18 (de la norteamericana MacDonnell Douglas). Ambos sistemas llevan mucho tiempo de servicio y la flota no ha sido inmovilizada, lo que descarta en principio un fallo del producto.
Caso distinto ha sido el de Navantia con el S-81. Se obvió el criterio de algunos ingenieros, las pruebas de flotabilidad fueron negativas y se ha solucionado el problema añadiendo tres cuadernas, es decir, alargando el submarino unos 10,5 metros. Eso va a retrasar la entrada en servicio varios años, pero es preferible que el fallo se detectase en 2013 que en una fase posterior, no digamos en las pruebas de mar.
Los fallos de este tipo que acaban trascendiendo, trágicos a menudo, levantan bastante polvo mediático, pero a menudo se sacan de contexto o son magnificados a causa de unos complejos de los que nos cuesta deshacernos. Nuestras FAS, como todas, sufren accidentes, y algunos serían evitables con más inversión en material o con procedimientos de contratación más escrupulosos. Me refiero al accidente del Yak-42, aunque la causa fuese un mal procedimiento en cabina. Pero la imagen de un Ejército que no para de sufrir desastres por culpa de una industria nacional ineficiente no se ajusta a la realidad.
Dicho eso, hay carencias en material que no podemos obviar: urge renovar la flotilla de submarinos, la unidad más moderna se botó en 1985; el programa del blindado 8×8 lleva años casi paralizado y es esencial para las misiones exteriores; la flota de helicópteros, especialmente en Tierra, necesita la sustitución de muchos aparatos y no se ha encargado suficientes unidades del NH-90 (21); aviones de vigilancia marítima como el P-3 Orión están al final de su vida operativa, lo mismo que los aviones cisterna B-707 o el Aviocar C-212; hay vehículos como los Aníbal que se han demostrado inadecuados por decir lo mínimo y ya no se usan en misiones; no hay suficientes vehículos resistentes a las minas como los Lince o los Nyala; el material de ingenieros es insuficiente y en muchos casos obsoleto; se ha llegado tarde (pero se ha llegado) a la adquisición de drones de alcance estratégico con sólo cuatro unidades del MQ-9 Reaper Block V y la participación de un programa europeo de dron de combate, el Neuron; por decir algo.
P. El gasto en Defensa va a ampliarse con objeto de alcanzar ese 2% del PIB al que España se ha comprometido con la OTAN. ¿Crees que esto también va a repercutir en los materiales de Defensa?
R. El aumento a corto plazo se debe fundamentalmente a integrar en el presupuesto los créditos extraordinarios para los Planes Especiales de Armamento. Si sumamos esos créditos desde 2012 equivalen aproximadamente a un presupuesto anual de Defensa, pero constaban en una partida aparte. Tampoco las misiones exteriores son financiadas íntegramente por Defensa, por razones válidas, pero esas componendas son para mostrar un presupuesto ridículamente bajo. Incluir esos créditos en el presupuesto demuestra valor político por parte de la ministra María Dolores de Cospedal, pero sobre todo rigor administrativo.
Con todo, debo insistir en una idea: tenemos que buscar sinergias. La adquisición de armamento y material tiene que ser programada a lo largo de años, no pasar de un ejercicio a otro en función de lo que caiga. Eso cuesta en un país donde escasea la cultura estratégica y el debate sobre la seguridad sigue ideologizado. Por eso creo que la solución pasa por la Unión Europea (UE) , y no me refiero solamente a comunitarizar parte del presupuesto.
El Parlamento Europeo ya ha aprobado la creación de un presupuesto europeo de Defensa. La Comisión ya propuso 25 millones de euros para la investigación en defensa como parte del presupuesto de la UE para 2017 y espera que esta asignación presupuestaria alcance 90 millones hasta 2020. En el marco financiero plurianual de la UE después de 2020 ya está propuesto un programa de investigación dedicado a la defensa de 500 millones al año. También se ha previsto una “ventana de capacidades” que actuaría como una herramienta financiera que permitiría a los Estados miembros comprar conjuntamente ciertos activos para reducir sus costes. Las capacidades serían acordadas por los Estados miembros, que poseerían la tecnología y el equipo. Por ejemplo, se podría invertir conjuntamente en tecnología de drones o comprar helicópteros en mayor número para reducir costes. Por orden de magnitud, esta ventana debería poder movilizar alrededor de 5.000 millones de euros al año.
Otras medidas contempladas en el Plan Europeo de Acción de Defensa son el fomento de las inversiones en pequeñas y medianas empresas a través de apoyo financiero del Fondo Europeo de Fondos Estructurales y de Inversiones y el Banco Europeo de Inversiones (BEI).
A riesgo de sonar optimista, la industria europea de defensa está ante un período esperanzador después de una larga travesía por el desierto.
P. El volumen de ventas realizado por la industria de defensa española en 2015, (incluidas ventas civiles), ascendió a un total de 82.549 millones de euros, según el Catálogo de la Industria Española de Defensa, que acaba de publicar la Dirección General de Armamento y Material (DGAM). ¿Estamos ante un esfuerzo de internacionalización realizado por la industria de defensa español?
R. Ciertamente ese esfuerzo se ha realizado, se realiza y se seguirá realizando. Pero está claro que es mucho más difícil vender tu material si tu Ejército no lo ha comprado o si no está probado en operaciones. ¿Significa eso que debemos obligar a nuestras FAS a dotarse de material nacional aunque no sea el más adecuado? Por supuesto que no, eso nos ha llevado en el pasado a dotarnos con productos mediocres como la ametralladora Ameli o el fusil CETME, fabricados por empresas estatales que no tenían necesidad de competir. Pero tenemos oportunidades que no estamos aprovechando. Hoy las FAS participan en más misiones de entrenamiento que nunca y esos asesores militares son los mejores representantes que puede tener esa industria. En cada embajada española donde se realizan esas misiones debería haber un representante permanente de AESMIDE coordinado con el agregado militar y el comercial. Británicos y franceses lo hacen sin disimulo, pero tendemos a pecar de pardillos.
P. Empresas como Indra, Sener, Thales o ITP mostraron este mes de diciembre optimismo ante el nuevo cliclo inversor en Defensa: nuevos proyectos de modernización de las FAS, programas I+d de la UE, programa estratégico 2018-2020…. En el caso de la Defensa, este plan en concreto acoge un crecimiento anual de un 5% hasta 2020. ¿Qué ha cambiado en materia de Seguridad y Defensa (amenazas etc.) para que estos proyectos sean necesarios y se hagan ‘realidad a marchas forzadas’?
R. Últimamente se oye que, si bien en nuestras fronteras no hay amenazas, las amenazas tampoco tienen fronteras. Eso no es del todo exacto, las fronteras de la UE con Rusia están sometidas a tensión por el temor a un chantaje energético o una guerra híbrida como la que está llevando a cabo en Donetsk.
La frontera sur se enfrenta a la mayor crisis de refugiados de la historia de la UE y, aunque éstos no sean una amenaza militar per se, sí se requiere de medios militares para ayudar a gestionarla con la Operación Sophia.
No voy a extenderme en la amenaza del yihadismo, que está matando en nuestras propias calles sin dejar de hacerlo en países relativamente cercanos. Nos ha costado, pero empezamos a entender que vivimos en un mundo peligroso y que nuestra seguridad no está garantizada.
Añadámosle unos Estados Unidos que ya no están dispuestos implicarse en la defensa de Europa como hasta ahora. Y que nadie me salga con Trump. Robert Gates, Secretario de Defensa con Obama, advirtió en 2011 que Estados Unidos saldría de la OTAN si Europa no empezaba a invertir más en su seguridad.
Y para rematar, la primera potencia militar de la UE, el Reino Unido, bloqueaba cada propuesta comunitaria en materia de defensa. Su salida nos va a obligar a redistribuir una carga que sólo puede aumentar, pero al menos ya podemos ponernos en marcha.
A España le toca ser la cuarta potencia militar y económica de esa UE post-Brexit que aspira a la independencia estratégica y creo que la ministra Cospedal es consciente de ello. Por eso, España ha sido uno de los principales pilares para la puesta en marcha de la PESCO. Pero eso es mera retórica si no elevamos la inversión en defensa a, como por otra parte se acordó en la Cumbre de Cardiff en 2014, al menos el 2% del PIB. Para eso era necesario a su vez entrar en un ciclo económico más propicio y reducir el déficit público. Ya se está consiguiendo. Nos hemos quedado sin excusas.