RX9 el misil que siembra el miedo entre los líderes terroristas
El Mando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos (SOCOM por sus siglas en ingles) vuelve a utilizar con éxito el RX9, una combinación perfecta de tecnología punta y brutalidad, en esta ocasión para acabar con una de las cabezas de al-Qaeda, Khaled al-Aruri.
Algunos tal vez recuerden a Oroku Saki el mítico villano de la serie animada “Las Tortugas Ninja” y su característica armadura con reminiscencias samurái plagada de cuchillas. Quienes lo tengan en mente entenderán pronto el paralelismo con el verdadero “triturador” que protagoniza las pesadillas de los líderes terroristas.
Y es que este Hellfire modificado no explota, sino que literalmente “tritura” aquello contra lo que impacta. En el caso poco probable de que el objetivo, en este caso Khaled al-Aruri hubiera podido salir airoso después de que el proyectil de alta velocidad, con un peso aproximado de 45 kilos, atravesase el techo de su vehículo, difícilmente podría haberse librado de las seis cuchillas que el misil desplegó segundos antes del impacto cortándolo todo a su paso.
Pensado para reducir las bajas civiles y los daños colaterales en este tipo de acciones, ha sido utilizado con éxito en Afganistán, Pakistán e Irak. , Siria, Somalia o Yemen, entre otros. Originalmente el Hellfire fue desarrollado en la década de 1980 como un misil anti-tanque, pero gracias a su alta precisión se le han encontrado otros usos especialmente llamativos.
Actualmente está en servicio en varios países, entre ellos los Estados Unidos, y se utiliza con mayor frecuencia en los MQ-9 Predator para operaciones en entornos urbanos donde minimizar los daños colaterales resulta primordial. Los Hellfire convencionales, con una ojiva explosiva de aproximadamente 9 kilogramos, habitualmente se emplean contra grupos de individuos o contra objetivos de alto valor durante las reuniones que puedan mantener. Pero cuando las fuerzas de Operaciones Especiales tienen en el punto de mira un objetivo individual, el R9X es el arma elegida.
Recientemente han aparecido nuevas imágenes que muestran los efectos que deja a su paso esta variante “ninja”. Por las redes sociales circula un vídeo donde se muestran los restos de varios misiles AGM-114 R9X Hellfire tras el impacto. Uno de los aspectos más llamativos de estas imágenes es ver lo que queda de las “katanas” que el misil lleva incorporadas.
Su uso, que hasta hace poco se intuía bastante limitado, parece estar popularizándose gracias a las características descritas. Por lo que sabemos hasta el momento el misil se ha utilizado con éxito para acabar con objetivos en vehículos y es tal su precisión que al parecer tiene la capacidad para apuntar a asientos individuales minimizando el daño para el resto de pasajeros.
Otras imágenes muestran las consecuencias que tiene para el vehículo, que pareciera recién salido de una batidora y donde efectivamente no se observan rastros de detonación alguna. No ha sido la primera vez que se tiene conocimiento de los rastros dejados por el R9X en los vehículos objetivo.
En enero de 2019 un ataque aéreo estadounidense en Yemen acabó con la vida de Jamal al-Badawi; en febrero de 2017 Abu al-Hayr al-Masri, yerno de Bin Laden, también vivió en primera persona la “experiencia Shredder”.
Los restos del vehículo en el que viajaba al-Masri revelaron algunos detalles desconcertantes: los restos evidentes de un misil pero sin rastro alguno de detonación. La conclusión fue que se trataba del uso de un misil para matar por impacto de alta velocidad, algo que ya se había empleado con anterioridad, por la Fuerza Aérea Francesa o la Real Fuerza Aérea Británica, pero sin rastro de las cuchillas que equipa la versión estadounidense.
La popularidad que está alcanzando este modelo de misil coincide con tendencia norteamericana a la hora de reducir el volumen de sus municiones para acabar con objetivos específicos, algo evidente durante las campañas aéreas contra el Estado Islámico en Irak y Siria en un esfuerzo por evitar víctimas civiles.
No es de extrañar que para unos pocos, y en determinados lugares, subirse a un coche haya empezado a convertirse en una pesadilla y hayan dejado de mirar por el retrovisor para mirar al cielo con sospecha.