La Operación «Balmis»

La Fuerzas Armadas han iniciado una operación a nivel nacional para luchar contra el coronavirus (COVID-19) que hoy alcanza a más de una veintena de ciudades. Es tradicional nombrar las operaciones militares, en este caso se ha elegido el apellido de un médico militar: Francisco Javier Balmis Berenguer. El objeto de este artículo es difundir los méritos de este militar.

Balmis inició su andadura profesional, como practicante en el Hospital Real Militar de Alicante, tras cinco años dejó su destino alicantino para participar en el fallido desembarco de Argel (1775) que tenía como objetivo acabar con la piratería en el Mediterráneo Occidental, una basta e impresionante operación anfibia para la época, y todo un antecedente de la reciente Operación Atalanta (2008 a la actualidad) contra la piratería en el Indico.

Estuvo en el sitio de Gibraltar. Como cirujano del regimiento Zamora (actual batallón Zamora de la brigada Galicia VII) marchó con su regimiento a Montevideo (América), después, también con su regimiento, marchó a Veracruz, Nueva España (actual México). Estuvo de licencia un año (1788) dedicado en Nueva España a trabajos de botánica y al estudio de las plantas medicinales en concreto, esta dedicación al estudio lo mantuvo en todos sus viajes, siendo un impulsor de las ciencias naturales a finales del XVIII y primeros del XIX.

Pero su trabajo más significativo fue la salvación de cientos de miles de personas, en América y las Filipinas españolas y China. Estudioso de la primera vacuna contra la viruela, en 1803 se aprobó su proyecto llamado «Derrotero que debe seguir para la propagación de la vacuna [antivariólica] en los dominios de Su Majestad en América». Nombrado jefe de la «Real Expedición Marítima de la Vacuna» (1803-1806), marchó a las Américas con un cirujano, dos ayudantes cirujanos, dos practicantes, tres enfermeros y 22 niños de la casa de expósitos de La Coruña, atendidos por su rectora Isabel Sendales, toda una heroína de la expedición. Los niños, vacunados y fuera de peligro, eran necesarios para conservar el virus vacunal.

La expedición llegó a Puerto Rico, después a Venezuela, donde se dividió en dos equipos, uno para atender el sur de la América Española y otro, dirigido por Balmis, se centró en Nueva España, llegando a las Filipinas que dependía de ese virreinato. Desde Manila fue a Macao. A su regreso a la Península (1806) fue recibido por el Rey Carlos IV que lo felicitó.En 1808 se unió a la rebelión contra «Pepe Botella», rey impuesto por los invasores franceses, marchando a Sevilla con la Junta Central.

En 1810 regresó a Veracruz para seguir con el trabajo de vacunación y sus estudios de botánica. En Nueva España, tras el «Grito de Dolores» (16 de septiembre de 1810), se inició un movimiento separatista, pero Balmis siempre se mantuvo leal a su Rey, a su Patria y a su Bandera. Murió en la Península un 12 de febrero de 1819.

Millones de americanos, filipinos y chinos deben su existencia hoy a la actividad de la «Real Expedición Marítima de la Vacuna [contra la viruela]» mandada, e impulsada por Balmis.