Inteligencias Artificiales y “bots políticos” dominarán las redes sociales
El impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en el ámbito de las comunicaciones ha sido revolucionario y ya hemos sido testigos de su “cuestionable” uso con fines políticos. Se trata de una pequeña fracción de las posibilidades que ofrecerá la propaganda computacional a la hora de influir sobre la realidad digital a través de avanzadas redes de “bots políticos” capaces de distorsionar el Entorno de la Información (EI) en línea, llegando a condicionar el funcionamiento mismo de las democracias modernas.
A nadie se le escapa que los medios de comunicación constituyen actualmente una de las piedras angulares de la estructura política y social que rige nuestras democracias. El valor de contar con unos flujos de información imparcial, libre de censura y manipulación, cobra hoy más importancia que nunca teniendo en cuenta que lidiamos con un panorama político en constante cambio, donde los espacios y las tecnologías digitales constituyen plataformas únicas para la actividad política y ciudadana.
Según datos recientes, a de día de hoy Facebook se erige como principal fuente de acceso primario a la información por encima de cualquier otro medio de noticias en todo el planeta. De ahí que controlar o alterar ese flujo de información suponga una amenaza que apunta directamente a los pilares sobre los que se asienta nuestra democracia. Un escenario en el que tanto el alcance como el contenido de la información sean vulnerables a la manipulación difícilmente permitiría distinguir entre contenidos ciertos y fake news, destruyendo a su paso la credibilidad de cualquier planteamiento crítico o contrario a las corrientes imperantes.
La propaganda computacional está evolucionando a pasos agigantados. Los procesos de desinformación y manipulación en redes, que hasta el momento abarcaban la fabricación y amplificación artificial de determinados contenidos, hacen uso de auténticos ejércitos de bots diseñados específicamente para desempeñar tareas concretas en el entorno digital.
La irrupción de la IA potenciará los resultados y dificultará la detección de esos contenidos manipulados. Su poder reside en la capacidad para perfeccionar cuantitativamente los procesos habituales de los que se sirve la propaganda computacional en cuanto a alcance y difusión. Sin embargo, cualitativamente también supondrá un incremento de la sofisticación y la calidad en la automatización de los bots. Esto se traducirá en un aumento de la eficiencia a la hora de extraer datos en las redes, así como en la monitorización y procesamiento de volúmenes cada vez mayores de información.
El uso malicioso de la tecnología está a la orden del día y con los avances en materia de IA ya estamos viendo como la manipulación en redes alcanza nuevas cotas. Las “deep fakes” ya han desbancado a las tradicionales fotografías o vídeos alterados y cada vez encontramos campañas de desinformación más eficientes. El nivel de personalización de estos productos ha superado la mayoría de expectativas y al mismo tiempo hemos visto como se reducido la dependencia humana que limitaba esas primeras IA´s.
Hoy resulta un poco más difícil distinguir entre bots o personas cuando interactuamos en redes y cada día que pasa estas mentes artificiales se vuelven más creíbles y sofisticadas. Los avances en materia de aprendizaje autónomo, comprensión del lenguaje natural, procesamiento de big data, aprendizaje reforzado, etc., están allanando el camino a la proliferación de software que imitará cada vez mejor el comportamiento humano.
No obstante, este tipo de tecnologías no está al alcance de cualquiera. Estas capacidades en materia de IA únicamente están disponibles para grandes corporaciones y contados países. En este punto habría que distinguir entre IA´s “débiles” y “fuertes” a la hora de medir el nivel de amenaza que podrían representar. Las primeras se limitarían a obedecer una serie de reglas predeterminadas en su proceso de “toma de decisiones”. Mientras que una IA fuerte sería capaz de aprender de los datos con los que interactúa y adaptar esas reglas a las distintas situaciones, todo ello sin que mediase intervención humana en el proceso.
Aunque los avances en este campo son prometedores, una IA equiparable a la mente humana todavía forma parte de la ciencia ficción. Por el momento seguiremos siendo nosotros los encargados de crear el contenido y las reglas a las que se atendrán esos bots que proliferan día a día en las redes, hasta que fabriquemos mentes lo suficientemente desarrolladas para pensar más allá de un marco de normas preestablecidas. Llegado el día, resultaría paradójico pensar que nos habremos esforzado en perfeccionar conciencias artificiales mientras hemos ido desatendiendo las nuestras de forma paulatina.
Resulta innegable que existe una preocupación en torno a lo que ya ha sido identificado como una amenaza emergente. Prueba de ello son las políticas adoptadas por los distintos medios, con un éxito bastante limitado, a la hora de hacer frente a las nocivas consecuencias que las fake news han dejado a su paso en tan poco tiempo. De ahí que muchos estén pensando en combatir el fuego con fuego, en una especie “guerra entre IA´s”. La idea es diseñar sistemas automatizados capaces de verificar informaciones y analizar contenidos en tiempo real para contrarrestar los efectos de la desinformación.
Lo que está claro es que la línea que separa política y marketing es cada vez más difusa. Ante esto solo nos queda subrayar con vehemencia la que protege nuestra democracia.