China impulsa una nueva oleada de desinformación sobre el COVID-19
China está impulsando una nueva ola de desinformación relacionada con el COVID-19. La mayor parte de los contenidos que circulan en las redes están dirigidos a alimentar las diferentes teorías conspiranoicas acerca de los orígenes de la enfermedad a la vez que ponen a EE.UU en el centro de la diana. El arsenal de «fake news» parece inagotable y el argumentario se ha vuelto progresivamente más peligrosos según los expertos.
Lo que comenzó como «un virus diseñado en un laboratorio norteamericano» o «llevado a China por los soldados estadounidenses», a día de hoy involucra informes y documentación falsificada que podrían poner en riesgo la salud de la población en caso de que se les llegara a conceder credibilidad, por ejemplo los mensajes que cuestionaban la efectividad del lavado de manos a la hora de prevenir la propagación del virus o aquellos otros que aseguraban la supuesta invulnerabilidad de los fumadores frente a la enfermedad.
Lo cierto es que la maquinaria de la desinformación nunca duerme y se ha observado un repunte en el número de cuentas falsas que habrían estado difundiendo mensajes en redes sociales apoyando la narrativa del gobierno Chino. La red descubierta contaría con más de 1.200 cuentas entre Facebook, Twitter y Youtube, dirigidas a amplificar mensajes y promover contenidos contrarios a los sectores críticos con el manejo del brote por parte de China, al mismo tiempo que alabarían la gestión de la autoridades chinas a la hora de hacer frente a la pandemia.
A principios de año la empresa dedicada al análisis de redes sociales Graphika describía la red denominada «Spamouflage Dragon», como una red «activa y prolífica de spam político multiplataforma cuyas acciones parecían diseñadas para apoyar al Gobierno chino y desacreditar a sus críticos, tanto en el país como en el extranjero”. Dicha red emitió mensajes de carácter político, promoviendo ataques contra manifestantes de Hong Kong mediante cuentas falsas en distintas redes sociales y puso en la diana a aquellos críticos con las autoridades chinas.
La llamada «Guerra de las Palabras» o «Guerra Ideológica» que disputan China y EE.UU se recrudece. Funcionarios y autoridades de alto rango de ambos países han intercambiado acusaciones en redes sociales culpándose mutuamente de la propagación y la nefasta respuesta frente al virus. Estos mensajes han sido aprovechados y difundidos en el seno de esta nueva red cuentas que crece diariamente a un ritmo de entre trescientos y cuatrocientos perfiles en el caso de Twitter.
Desde Beijing niegan rotundamente dichas acusaciones y sostienen que los rumores que les achacan una supuestas campaña de desinformación son «completamente infundados». Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, aseguró ante los medios que «China se opone a la desinformación» y que el motivo de que mandatarios o funcionarios chinos utilicen perfiles en Twitter y otras redes sociales, únicamente obedece al propósito de comunicarse mejor con el resto del mundo.
Sin embargo, la exhaustiva investigación firmada por Benjamin Strick, Olga Robinson y Shayan Sardarizadeh obtuvo unos resultados que siembran la duda en torno a la posición esgrimida por las autoridades chinas. A primera vista la mayoría de estas cuentas podrían parecer reales: con su correspondiente foto de perfil, biografía y con cierta actividad sobre diversas cuestiones. No obstante, tras rascar un poco la superficie se pudo comprobar que muchas de esas imágenes correspondían a otros usuarios, incluso a celebridades conocidas en las distintas plataformas.
La nacionalidad constituye otro de los indicios a la hora de determinar la veracidad de una cuenta. Aunque puede ser habitual que personas de distintas partes del mundo interactúen con publicaciones e incluso con cuestiones políticas de otros países, no lo es tanto que lo hagan siempre sobre un único tema o territorio en cuestión, de modo que las publicaciones suelen presentar una mínima variedad de intereses. Lo mismo ocurriría con el idioma. En muchas cuentas se observa que a pesar de la nacionalidad visible el usuario publica siempre en otra lengua distinta.
La mayoría de estos perfiles se crearon entre enero y mayo de este mismo año, adaptando su argumentario en función del momento. Criticando la gestión norteamericana, en contra de los movimientos de protesta en Hong Kong, contra personajes específicos como ha sido el caso del magnate Guo Wengui, muy crítico con las autoridades chinas.
Se han encontrado evidencias de que algunas de estas cuentas pertenecían originariamente a usuarios de Bangladesh. Perfiles comprados o sustraídos que posteriormente serían reutilizados para publicar en chino. Así mismo, se detectaron discordancias entre las fotografías visibles en los perfiles y el género de los nombres, identificando de este modo numerosos perfiles que presentaban la foto de una mujer con un nombre de varón y viceversa.
La constituye otra pista y se comprobó que existía coordinación a la hora de publicar los mismos memes o videos tanto en chino como en inglés repetidas veces y en lapsos de tiempo muy reducidos. El contenido político aparecería mezclado con otras temáticas más “agradables”, con la probable intención de ganar seguidores y tratando de enmascarar a su vez la naturaleza política de dichas cuentas. La mayor parte de las interacciones en estos casos se produjeron entre las propias cuentas que forman la red, con el propósito de generar la impresión de que gran cantidad de personas apoyan una narrativa o a un colectivo en particular.
A pesar de que por el momento no existe una evidencia definitiva que vincule dicha red con las autoridades del país, la presencia de las mismas características, presentes en otras campañas atribuidas al aparato de propaganda y al modus operandi chino, es suficiente para que prestemos algo más de atención a esos patrones de conducta online que tan valiosa información nos ofrecen a la hora de movernos por las redes.