Aumenta la tensión entre Israel y Hezbolá
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha manifestado al secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, que se está acabando el tiempo para encontrar una solución diplomática al enfrentamiento con el movimiento Hezbolá, apoyado por Irán, en el sur del Líbano.
Estas declaraciones de Gallant se han producido mientras el enviado especial de la Casa Blanca, Amos Hochstein, está de visita en Israel para tratar la crisis en la frontera norte, donde las tropas israelíes llevan meses intercambiando disparos de misiles con las fuerzas de Hezbolá.
“La posibilidad de un marco acordado en la zona norte se está agotando”, ha asegurado Gallant a Austin en una llamada telefónica, según un comunicado de su oficina. Mientras Hezbolá siguiera vinculándose al movimiento islamista Hamás en Gaza, donde las fuerzas israelíes llevan combatiendo casi un año, “la trayectoria está clara”, afirma.
La visita de Hochstein, que tiene previsto reunirse con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se da en medio de los esfuerzos por encontrar una salida diplomática a la crisis, que ha obligado a decenas de miles de personas a ambos lados de la frontera a abandonar sus hogares.
A última hora de ayer, los medios de comunicación israelíes informan de que el jefe del mando norte del ejército ha recomendado una rápida operación fronteriza para crear una zona colchón en el sur de Líbano.
Mientras que la guerra en Gaza ha sido el principal foco de atención de Israel desde el ataque de los hombres armados dirigidos por Hamás el 7 de octubre del año pasado, la precaria situación en el norte ha alimentado los temores de un conflicto regional que podría arrastrar a Estados Unidos e Irán.
Una descarga de misiles por parte de Hezbolá al día siguiente del 7 de octubre abrió la última fase del conflicto y desde entonces ha habido intercambios diarios de cohetes, fuego de artillería y misiles, con aviones israelíes golpeando profundamente en territorio libanés.
Hezbolá ha advertido que por el momento no busca una guerra más amplia, pero que no se detendría en caso de que Israel iniciara una.
Funcionarios israelíes llevan meses afirmando que el país no puede aceptar que se despejen indefinidamente sus zonas fronterizas del norte, pero mientras las tropas siguen comprometidas en Gaza, también se ha cuestionado la preparación del ejército para una invasión del sur de Líbano.
Sin embargo, algunos de los miembros de la línea más dura del gobierno israelí han estado presionando para que se tomen medidas y ayer, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, un viejo enemigo de Gallant, pidió su destitución.
“Necesitamos una decisión en el norte y Gallant no es la persona adecuada para dirigirla”, ha señalado en una declaración en la plataforma de medios sociales X.
Cientos de combatientes de Hezbolá y decenas de soldados y civiles israelíes han muerto en los intercambios de disparos, que han dejado comunidades a ambos lados de la frontera como ciudades fantasma.
Las dos partes estuvieron a punto de entrar en guerra el mes pasado, después de que las fuerzas israelíes mataran a un alto mando de Hezbolá en Beirut, en represalia por un ataque con misiles que mató a 12 jóvenes en los Altos del Golán, ocupados por Israel.
Ayer, el Ministerio de Defensa israelí informó de que ha aprobado la distribución de 9.000 fusiles automáticos a unidades civiles de respuesta rápida en el norte de Israel y los Altos del Golán.
Mientras, expertos en derechos humanos de la ONU han censurado a la mayoría de los Estados occidentales por seguir apoyando a Israel a pesar de lo que describen como un genocidio en Gaza que podría convertir a Israel en una nación “paria”.
La catástrofe humanitaria en Gaza, consecuencia de más de 11 meses de conflicto, ha suscitado dudas sobre el apoyo político y militar que desde hace tiempo prestan los Estados occidentales a Israel, incluidos Estados Unidos y Gran Bretaña, que suministran armas al país.
“Resulta chocante que, ante el abismo al que se ha llegado en los Territorios Palestinos Ocupados, la mayoría de los Estados miembros hayan permanecido inactivos, en el mejor de los casos, o hayan ayudado y asistido activamente a la conducta criminal de Israel”, ha declarado en una conferencia de prensa en Ginebra Francesca Albanese, enviada especial de la ONU sobre los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, repitiendo las acusaciones de genocidio.
Israel niega las acusaciones y afirma que toma medidas para reducir el riesgo de daños a civiles y que al menos un tercio de las víctimas mortales palestinas en Gaza son militantes.
No obstante, Albanese, también ha señalado que se refiere tanto a los Estados occidentales como a algunas naciones del Golfo y otras. “Creo que es inevitable que Israel se convierta en un paria ante su continuo, implacable y vilipendioso ataque a las Naciones Unidas, además de a millones de palestinos”, dijo, citando ataques verbales y militares contra instalaciones de la ONU en Gaza.
También cuestionó el derecho de Israel a un puesto en la ONU, adquirido en 1949. “¿Debería considerarse su pertenencia a esta organización por la que Israel parece no sentir ningún respeto?”, preguntó.