Cataluña e internet: los escenarios para un atentado terrorista en España

El balance de la noche más negra para la sociedad catalana deja a 14 civiles fallecidos y más de un centenar de heridos en el atentado terrorista coordinado de Barcelona y Cambrils. La pasada madrugada, las fuerzas de seguridad locales lograron abatir a cinco de los terroristas implicados, entre ellos estaba Moussa Oukabir conductor de la furgoneta y los hermanos Omar y Mohamed Hychamy. 

Apenas eran las cinco de la tarde cuando los canales de comunicación yihadistas comenzaron a hacerse eco del ataque terrorista que estaba teniendo lugar en Las Ramblas de Barcelona: un camión arrolló a centenares de personas en la avenida más popular de la ciudad condal. A altas horas de la madrugada, en Cambrils, municipio situado al sur de la provincia de Tarragona, los terroristas intentaron reproducir, empleando el mismo modus operandi, el atentado. Esta vez en el paseo marítimo de la conocida área turística.

“El atentado sucedido en Barcelona sigue, en parte, el modus operandi empleado anteriormente por individuos de ideología yihadista en acciones similares ocurridas durante el último año en Niza, Berlín o Londres. La utilización de vehículos a alta velocidad o armas con las que arrollar a la multitud es un medio al que cada vez se está recurriendo más por su bajo coste y la escasa necesidad de una planificación elaborada. En relación a ello, las directrices por parte de las agrupaciones yihadistas son claras en este sentido y son frecuentes las alusiones que realizan a cometer atentados utilizando este tipo de medios”, explica a CISDE Carlos Igualada, experto del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET).

Pero, ¿por qué un atentado terrorista en Cataluña?

La radicalización yihadista guarda, no obstante, una relación proporcional con el tamaño y distribución de la población musulmana. Según un estudio elaborado por el Real Instituto Elcano, “la provincia de Barcelona (23,2 por ciento), la ciudad autónoma de Ceuta (22,2 por ciento), Madrid con su área metropolitana (19,2 por ciento) y, Melilla (12,1 por ciento) serían los entornos más vulnerables para la creación de clusters o hubs”, es decir, bolsas de terroristas. Una epidemia que afecta al conjunto de la comunidad musulmana, que rechaza de facto cualquier tipo de actividad terrorista, como inmediatamente declaró la Comisión Islámica de España.

“La comunidad musulmana en Europa ha sido muy activa no sólo en condenar sino también en tratar de encontrar una solución para evitar que los jóvenes se radicalicen, pero todavía tienen mucho trabajo por hacer, abordando la misoginia, la aceptación del otro. De hecho, es llamativo que mayoría de los atacantes terroristas en Europa no son religiosos, no oran ni van a las mezquitas”, explica a CISDE Suleiman Bakhit fundador y director ejecutivo de Hero Factor y activista jordano contra el radicalismo. 

Sin embargo, con más de 200 mezquitas oficiales construidas, Cataluña es, sin duda, la comunidad autónoma que más lugares de culto islámico concentra. Una cuarta parte de los mismos podrían estar relacionados con organizaciones de corte salafista como el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC). Además, habría más de 50 oratorios salafistas independientes a donde muchos jóvenes acuden en busca de respuestas equivocadas.

También fue precisamente en Cambrils donde Mohamed Atta y Ramzi Binalshibh, ambos líderes de la célula terrorista del 11 S, ultimaron los detalles sobre el ataque al World Trade Center de Nueva York. Cataluña guarda por tanto una tradición en cuanto a la presencia de radicales islamistas en su territorio.

Sin duda, la disposición urbanística, la distribución de la masa de población migrante y la información en materia terrorista son las asignaturas pendientes de la comunidad autónoma de Cataluña, que acumula el 16 por ciento de la población migrante de España y que se encuentra inmersa en un proceso de radicalización de extranjeros y nacionales conversos.

La información en red: clave en materia antiterrorista

Con el corazón aún encogido la sociedad española recibió la confirmación sobre la autoría teórica del atentado: Amaq, la agencia propagandística del autodenominado Estado Islámico (Daesh, por sus siglas en árabe), se atribuyó el atentado: “los soldados del Estado Islámico llevaron a cabo la operación, bajo órdenes del Califato contra países de la Coalición”. El terrorismo yihadista golpeaba de nuevo, y 13 años después del fatídico 11M, a la sociedad española.

“La radicalización y el extremismo son una enfermedad que se está extendiendo en todas las sociedades. Los terroristas quieren que el Gobierno y las comunidades reaccionen y debemos negarles la exageración que anhelan”, afirma Bakhit.

Las llamadas a atacar España se multiplicaron durante el año 2016 y se intensificaron durante la primera mitad del año 2017. De hecho, como recuerda Rita Katz, directora del observatorio de Inteligencia SITE y experta en yihadismo, a través de su cuenta de Twitter, hace tan solo dos semanas que el Daesh amenazó de nuevo con reconquistar al-Andalus y advirtió de un ataque inminente en España.

La comunicación en red y la formación en ciberseguridad son esenciales para prevenir este tipo de ataques terroristas. De hecho, cerca del 40 por ciento de los reclutados por las organizaciones terroristas en Europa lo hacen online. “Todos los países necesitan invertir y fortalecer las comunidades e implementar programas de prevención de la radicalización;  centrarse en la prevención con la juventud, la integración”, recuerda Bakhit. Palabras a las que se suma Igualada que además añade que, “el antecedente en España del 11-M ya ejemplificó el papel que desarrolla la sociedad tras un atentado de esta envergadura: la gente se volcó con la intención de ayudar y pese a los momentos difíciles y traumáticos supo sobreponerse. Es fundamental que la sociedad tenga esa capacidad de resiliencia y no otorgarle a los terroristas la victoria del miedo”.